Un salón es un espacio en el que más allá de tratar el cabello se crea un ecosistema de relaciones personales en diferentes planos: la nuestra hacia el trabajo, hacia nuestros clientes y hacia nuestros compañeros. Por tanto, cuando contamos con un equipo, nada más difícil que crear una dinámica de trabajo en la que todos los músicos sepan interpretar la partitura y hacer sonar la música al unísono. Un hito que se consigue a base de emitir mensajes claros sobre nuestros valores y coherentes con nuestros hechos. Para Pilar Zaragozá, fundadora de Eos/Men, la clave es “Sin lugar a dudas mantener al equipo motivado y que sea verdaderamente un equipo. Una tarea complicada porque cada uno evalúa su recompensa con su grado de implicación, y eso varía según la percepción de cada uno.”
Hacer sentir a los miembros del equipo partícipe de las decisiones, valorar sus opiniones, ayudarles a crecer como profesionales y conocerles para potenciar al máximo sus aptitudes son estrategias que pueden ayudarnos a que se sumen con su implicación al proyecto. “Yo creo que en cuanto el profesional se siente respaldado y protegido, se siente integrado en el proyecto. Pero a veces se contamina con ideas o simplemente con problemas a la hora de equilibrar la balanza. A más implicación, menos importancia a lo que das, aunque aquí tu entorno puede reclamarte.”, afirma Pilar Zaragozá.
De todos modos, es frecuente escuchar entre los diferentes responsables de salones la dificultad generalizada de encontrar buenos profesionales, comprometidos y que quieran sumarse al equipo, siendo el proceso de selección un verdadero quebradero de cabeza en muchos casos. Según Pilar Zaragozá encontrar personal preparado y motivado “es lo más difícil, claramente, no imposible, y aun me sorprendo incluso con gente que verdaderamente tenía una bellota dentro y no lo sabía. Y es que en todo este complicado proceso intervienen múltiples factores, algunos personales porque las vidas particulares de cada uno generan barreras o incluso opiniones predeterminadas y confusas sobre lo que cada uno puede o quiere llegar a ser”, añade.
La falta de compromiso se crea ante la expectativa de recibir desde el principio una recompensa y es una de las dificultades a la hora de formar un equipo. Además, Pilar Zaragozá explica que “siempre estamos en la línea de la profesionalidad y la implicación, que casi nunca vienen juntas, parece que tengas que elegir. Después lo que más me cuesta detectar es la gente tóxica que termina sembrando apatía, el resto de los roles son sencillos de acoplar.”
Sin embargo, siempre existen recursos para conseguir que el personal acabe, no solo integrándose en el equipo, sino que sientan entusiasmo por la profesión, un factor importantísimo para aumentar su complicidad con el trabajo y el resto del equipo. El ejemplo de los grandes peluqueros que actúan como referentes y contagian su pasión es clave. Transmiten una actitud positiva hacia el oficio y aportan una visión más trascendental del trabajo no solo en su versión emocional sino también práctica. Así lo atestigua Zaragozá: “yo en la medida de lo posible intento siempre que se relacionen bien con formación o mediante eventos con gente puntera del sector, ¡es un chute instantáneo!”
Otro aspecto que debemos analizar es cómo se inicia la relación de los profesionales con el oficio. La formación que reciben es fundamental, no solo por las destrezas técnicas que adquieren, sino porque sin darnos cuenta conforma la visión que tienen de la profesión y puede condicionar el modo en que se relaciona con ella en el futuro. “La formación es fundamental y yo creo que, obviamente, los oportunistas aparecen en todos los sectores, creando formaciones compactas, en nuestro sector masculino de hasta seis meses, que lo único que hace es eliminar los filtros de compromiso desde el minuto uno. Si un profesional solo pudiera ejercer después de mínimo tres años con formaciones verdaderamente conceptuales, seguido de un reconocimiento salarial paralelo a esa educación y, sobre todo, de un esfuerzo de los mismos responsables del salón en dignificar las vidas de sus empleados, nadie querría trabajar subyugado. Desafortunadamente aún hay empresarios que maximizan al menor coste”, concluye Zaragozá.
Para poder gestionar esto, los responsables de salones o equipos deberíamos formarnos para saber motivar y gestionar los equipos, una tarea que excede los conocimientos que adquirimos como peluqueros, pero que incide en mucho en el éxito de una peluquería, que no deja de ser un negocio: “Sin lugar a dudas debemos formarnos para dirigir equipos. Independientemente de cuál sea tu horizonte, en el momento que te planteas tener un colaborador, si aprecias a tu clientela, debes de saber dirigir a esa persona en su crecimiento junto a tus valores. Y eso no es poca cosa. En mi caso, considero que mi principal diferencia es la cercanía, siempre intento conocer bien a mis colaboradores y espero el momento idóneo en el cual darle a cada uno su trampolín. También es cierto que, si eso nunca se da, empatizo con su situación e intento siempre dejarle diversas oportunidades cerca por si algún día sus circunstancias cambian. Para mí el trabajo ha sido siempre el mejor flotador”, concluye Zaragozá. Un buen equipo siempre necesita un buen líder que sepa extraer lo mejor de cada uno y dirigirlo para poder potenciar y desarrollar sus aptitudes. Siempre hay escollos en el camino, por eso hay que saber preverlos y actuar para que no incidan en el proyecto. La gestión del personal es una tarea complicada, pero si se hace bien, puede ser muy enriquecedora.