Nuevas investigaciones revelan los efectos de las pantallas en el envejecimiento cutáneo
En los últimos años, los selfies han ganado protagonismo en la vida cotidiana, pero ¿puede esta práctica aparentemente inofensiva estar afectando la salud de nuestra piel? Según recientes estudios dermatológicos, la respuesta podría ser afirmativa, especialmente debido a la exposición continuada a la luz azul emitida por las pantallas de nuestros dispositivos móviles.
La luz azul y el envejecimiento cutáneo
La luz azul, también conocida como luz visible de alta energía (HEV, por sus siglas en inglés), se emite por pantallas de móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos. A diferencia de los rayos ultravioleta (UV), que se ha demostrado científicamente que causan daños directos al ADN celular y contribuyen a la aparición de arrugas y manchas, los efectos de la luz azul en la piel están menos investigados. No obstante, estudios recientes sugieren que la exposición prolongada a la luz azul podría generar un estrés oxidativo en la piel, provocando una aceleración en el envejecimiento cutáneo.
Una investigación realizada por la Universidad de Medicina Charité de Berlín ha revelado que la exposición a la luz azul activa la producción de radicales libres en la piel, moléculas que, en exceso, dañan las células y las estructuras de colágeno. Este proceso, denominado fotoenvejecimiento, puede producir arrugas, flacidez y manchas de pigmentación prematuras. Los resultados del estudio subrayan que, aunque la luz azul es menos agresiva que los rayos UV, la exposición continua que proviene de la cercanía de los móviles a la cara podría aumentar la acumulación de daño en la piel.
Efectos indirectos del uso de dispositivos móviles
Además del impacto directo de la luz azul, los expertos señalan que el uso constante de dispositivos móviles para tomar selfies puede llevarnos a gesticular o forzar ciertas expresiones faciales repetidas. Estos movimientos pueden crear «arrugas dinámicas», es decir, líneas de expresión que se marcan más rápidamente debido a la repetición constante de gestos como fruncir el ceño o entrecerrar los ojos.
Consejos para minimizar el daño
Los profesionales recomiendan algunas medidas para proteger la piel de estos efectos potencialmente dañinos. El uso de cremas con antioxidantes y filtros contra la luz azul, junto con la reducción del tiempo de exposición a las pantallas, son algunas de las estrategias más eficaces. Además, ajustar la configuración de brillo en los dispositivos y aplicar protector solar diario (incluso en interiores) también puede reducir el impacto del envejecimiento inducido por la luz.
Aunque los selfies y el uso frecuente de dispositivos no se pueden considerar la causa principal del envejecimiento cutáneo, los estudios sugieren que la exposición constante a la luz azul y los movimientos faciales repetitivos sí pueden influir en su aceleración. A medida que el uso de tecnología sigue aumentando, proteger la piel de la exposición a las pantallas se vuelve una recomendación importante para mantener una piel saludable y joven a lo largo del tiempo.