Los disruptores hormonales o endocrinos son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal del organismo y generar su disfunción. Pueden causar, a largo plazo, enfermedades relacionadas con la salud reproductiva femenina y masculina - cáncer de mama o de próstata, infertilidad, pubertad precoz, etc.-, trastornos metabólicos como obesidad o diabetes o enfermedades neurológicas entre otras. Su efecto es acumulativo, irreversible y se puede transmitir de una generación a otra.
Estas sustancias forman parte de nuestra vida diaria y convivimos con ellas habitualmente: en el hogar, en el trabajo, en la calle e incluso en el campo. Llegan al organismo a través del aire que respiramos, de lo que comemos, de los objetos que tocamos y por supuesto de los productos que utilizamos en nuestro ritual diario de belleza y cuidado corporal. Por tanto, diariamente, estamos expuestos a un cóctel de sustancias difícil de cuantificar.
Consecuencias impredecibles
La exposición continuada no es el único problema. Estas sustancias pueden reaccionar unas con otras de manera impredecible y las consecuencias de dicha reacción pueden no manifestarse hasta después de largos periodos de latencia.
¿Cuáles son y cómo identificarlos?
Parabenos: Se trata de sustancias que actúan como conservantes y que penetran profundamente en la piel. Dentro del organismo actúan de la misma manera que los estrógenos, interfiriendo en el funcionamiento natural de las hormonas. En las etiquetas aparecen con nombres como: propilparapeno, isopropilparapeno, isobutilparabeno y butilparabeno.
Bisfenoles: Se pueden “colar” en los cosméticos puesto que es un componente presente en algunos envases plásticos de policarbonato o cualquiera identificado con el símbolo de reciclaje 7. Estas sustancias químicas suelen migrar hacia el producto con el que están en contacto. Y ojo porque algunos envases de aluminio llevan también un recubrimiento de Bisfenol A para evitar la migración de partículas del aluminio hacia el producto. ¿Peor el remedio que la enfermedad? Quién sabe.
Formaldehídos: Si bien el uso de formaldehído está prohibido en la industria cosmética, hay varios ingredientes, como algunos conservantes o quelantes, que son liberadores de formaldehído. Por eso se considera una sustancia química oculta: no se encuentra en el código INCI (Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos), pero se genera o se libera una vez que se utiliza el producto. Aparecen a menudo en muchos productos para el cuidado personal, especialmente en champús, suavizantes para el cabello y jabones líquidos, como también en las bases de maquillaje y en la etiqueta aparecen con nombres como: 1,3-Dimetilol-5,5-Dimetilhidantoína (o DMDM Hidantoína), Imidazolidinilurea, Bencilo Hemiformal. 2-Bromo-2-Nitropropano-1,3-Diol, 5-Bromo-5-Nitro-1,3-Dioxano Diazolidinil urea. Hidroximetilglicinato de Sodio, Cuaternios en general y BTA o BTH.
Ftalatos: Son sustancias disolventes y suavizantes que se pueden encontrar con excesiva facilidad en cremas, esmaltes de uñas, perfumes, lacas de pelo y desodorantes. Son disruptores hormonales y diversos estudios los vinculan a problemas reproductores, neurológicos o cáncer. No se pueden encontrar en la etiqueta ya que al ser un subproducto o un ingrediente escondido detrás de algunos perfumes, la legislación no exige que se incluya en el etiquetado de ingredientes.
Benzofenonas, Cenfenos y Cinamatos: Son filtros UV muy comunes en cosmética y también en envases de plástico. Se utilizan por su capacidad de proteger de la luz solar sin dejar la piel blanquecina. Por eso, a la hora de elegir un producto de protección solar infantil, hay que intentar evitar lo máximo posible los filtros químicos, y elegir aquellos con filtros 100% de origen mineral y no nano.
¿Existe una dosis segura?
El efecto cóctel hace que sea muy difícil establecer una dosis segura y más teniendo en cuenta que los disruptores hormonales suelen actuar a concentraciones mucho más bajas que las testadas: no responden a una curva lineal de “mayor concentración = mayor efecto”.
Entre otros efectos que pudieran ocasionar estos disruptores, se ha comprobado que compiten con los estrógenos naturales, interaccionan con los sistemas enzimáticos responsables de regular el equilibrio hormonal, inducen a la proliferación tumoral, presentan actividad antiandrogénica y pueden producir daños sobre la capacidad y desarrollo reproductivo de las especies.
Fuente: Paola Gugliotta - Fundadora de APOEM, Master en Dermocosmetica